Si bien, coincido con
la teoría psicoanalítica de la formación de los sueños: que la condensación y
el desplazamiento, que la puesta en escena desfigurada de lo inconsciente, que
son materia prima invaluable para trabajar en análisis, etc. Hoy me gustaría
hablar de lo que se siente soñar, pero no hablo de cualquier sueño, sino de un
tipo particular: La pesadilla, esa experiencia asquerosísima en la que todos nos
hemos encontrado sitiados mínimo alguna vez.
Una pesadilla es algo
así como irrumpir con toda la violencia tu andar en Hypnos´s Land [i]
(Mundo de los Sueños), sí porque cuando dormimos, pues no sé si tu alma, tu
espíritu, tu lo que sea que seas, o como prefieras llamarle al “ser que duerme”,
andas muy campante por donde sea que andes, campante
así como cuando de niña brincabas levantando un pie y dando un brinquillo hacia
delante y luego con el otro y así sucesivamente, -¿si te acuerdas cómo, no?-,
Sí, ese ir, entre corriendo y brincando, sin prisa, que a leguas denota esa
felicidad exclusiva de la infancia. Bueno, pues estar dormido, soñando o no, pero
no una pesadilla, es como una forma muy similar a esa que de chiquillos se iba
por la vida: plácidamente vaya.
Como te decía, una
maldita pesadilla comienza precisamente así, tal vez no siempre logres recordar
lo que le antecede, pero segurito que esa maquiavélica sutileza, que con toda
la sigilosidad con la que desapercibidamente va aumentando la angustia y la
toma de conciencia de cómo ese “andar” se ha transformado en un auténtico
malviaje, hace irrefutable deducir que antes de “estar ahí”(en la pesadilla)
estabas tranquilamente en la nada o en el “dulce sueño” al que te habías
encomendado al irte a la cama.
Antes de seguir, vale
la pena aclarar que cuando digo que “tomas conciencia de que se trata de un “malviaje”
no significa en absoluto que seas capaz de discernir entre la Realidad
(Vigilia) y la No realidad (o mejor dicho la realidad onírica), me refiero solamente
a que eres capaz de percibir y sentir, las asquerosas emociones de la
Pesadilla, porque por el momento no hay quién, obviamente menos tú, para dar
cuenta de que estás soñando, por el momento no hay duda alguna de que esa es “La Realidad”.
Evidentemente, la cosa
no acaba ahí, de hecho apenas comienza, porque pareciera que quien se ha
apoderado de tí es el mismísimo Ikelos, mejor conocido por los humanos como
Phobetor [ii]. Sí,
la angustia es la marca certera, es indudable, ahora te hallas en los dominios
del poderoso vigilante y patrocinador del terror, quien te arrastra con la
potencia de un digno Dios del Inframundo.
Ahora bien, ¿A dónde
nos vemos arrastrados sin piedad alguna cuando estamos dentro de una Pesadilla?
No se me ocurre mejor palabra que defina ese lugar: “La Oscuridad”. Se me
figura como si la experiencia fuera algo así como encontrarse dentro de un
pantano, sometida a la voluntad de las fuerzas de las profundidades,
desconocidas e inimaginables, por ello es absolutamente inútil resistirse; son
incombatibles. La derrota es inminente e inevitable. Porque incluso despertar
no implica triunfo alguno, simplemente, por ésta vez volviste a escapar de sus
tentáculos, pero habrá otra ocasión, eso es indudable, ineludible incluso.
Mientras acontece
dicho Mal Viaje, más pareces un muñeco de trapo que un humano racional, pues no
sólo eres incapaz de notar que, si bien es una realidad, no es la misma que la
de hace un rato, aquella en la que tienes tu trabajo, tus pendientes, tus
preocupaciones, tus actividades cotidianas, tus lazos sociales, tus hobbies, tu
raciocinio, tu fuerza de voluntad. Esas fuerzas oscuras te agarran y juegan con
tu cuerpo y mente a su antojo, estás en su territorio, su dominio, tú y tus
jactancias de homo sapiens, homo faber dan risa.
Ikelos muestra nula
piedad, más parece gozar: a mayor angustia, mayor goce. Siempre triunfa. Se
divierte, le complace, nuestras pesadillas son el Coliseo y él el Emperador. Pero
la diferencia entre un gladiador y tú es
que aquél sabe que la muerte le espera en el Mundo real, al menos el Mundo
Diurno, mientras que tú no dudas de esta
realidad alterna que se ha fabricado a tu medida, sea quien sea que represente
tus peores y más aterradores miedos, -la situación imaginaria es intrascendente-,
Ikelos te conoce bien, y lo aprovechará a su antojo.
Ahora bien, comienza
la recta final, ya te sabes angustiado, ya la estás pasando del asco, entonces
empiezas, por diversos métodos y medios a intentar escapar, pero la verdadera
salida implica NO creer en ésta realidad, dudar y por tanto, muy probablemente
despertar. A cambio tú utilizas toda tu energía en “resolver la situación”. Ésta
sería la mera esencia de la Pesadilla, pues hablamos del Tiempo, de la forma en
la que transcurre el tiempo en ese espacio porque esa recta final parece
eterna. En tus pesadillas, esas leyes –de éste otro mundo que llamamos realidad
conciente- donde el tiempo, según, es medible y atrapable, se diluyen, bien
puedes haber pasado días enteros o unas horas en ella(en la Pesadilla) y haber
estado dormida una hora o unos minutos.
Finalmente, y lo único
reconfortante del monumental mal viaje podría estar en que tarde o temprano
despertarás. Se dice que el momento climax de angustia es cuando despiertas.
Podría coincidir con dicha hipótesis, no obstante, independientemente de ello, lo
que también es un hecho irrebatible, es que tú regresarás a Hypno´s Land y en
una de esas su hijito Ikelos vuelva a tomar las riendas de tu estancia en
aquellos lares.
Sé que no hablaría
desde el psicoanálisis, pero pues ya sabemos que eso me es prácticamente
imposible. No puedo concluir de otro modo: ¿Quién es el autor intelectual, la
omnipotencia de tus pesadillas, un Dios llamado Ikelos o tú mismo, es decir,
nadie más que tu propio inconsciente…?
No hay comentarios:
Publicar un comentario