lunes, 4 de abril de 2016

Breve Comentario del libro “Punks de boutique. Confesiones de un joven a contracorriente” del Autor Camille de Toledo.
Por: Rocío González Cabrera

Íbamos a la FIL, y como cada vez más mi memoria parece ser un caso para las neurociencias (se descubre una nueva modalidad de alzhéimer precoz en mujer de 37 años, se trata de una singular pérdida selectiva de la capacidad de retención: el dato duro), entonces hago las llamadas pertinentes. ¿Qué libro me recomendaste? ¿De quién? ¡Ah! Ok, en editorial Almadía. Esto fue en el 2014.
2015 en casa. ¡Mira sí lo compraste! ¿Y qué te pareció? Adivinen qué contesté: —No lo he leído —mi argumento chafa como cualquier pésima excusa ante la indisciplina y la huevosidad:  —Es que he andado en el mud “la vida, como nos la hemos construido, es un absurdo pestilente!”. Pero ¡ya lo voy a leer!.   —¡Ups, mejor no lo leas ahorita Chio! —me dijeron…. acaté esas palabras de modo imperativo.
2016, vacaciones de semana santa. —¡Pfff qué hacemos, todo México estará que vomita gente! —¿Te late si nos vamos a las cabañas en Amealco?  Excelente idea!  Desconexión del  mundo de  la velocidad, de los edificios y corporativos, del tráfico, de los medios y su discursito “progresista”, de la “productividad”, de la cotidianidad en general. Mmm… ¿Qué libro me llevaré? Sobra decir, el considerable número de libros en la lista, unos incluso con el plastiquito de envoltura. Agarro como cinco. “Punks de Boutique” de Camille de Toledo, me guiñe el ojo; lo abrí  el sábado de gloria a las 7.30am. Me abdujo. Estaba por llegar a la mitad cuando me tenía que bañar y vestir para la comida. Lo volví a retomar hasta el lunes. No te voy a mentir, por supuesto que me sacudió, me afligió, incluso me angustió. No me refiero a esa depresión que a los psiquiatras les encanta medicalizar. Se trata de otra cosa.
Al leer a Camille de Toledo, la realidad te resulta inextricable. Tengo que escribir algo o me voy a intoxicar severamente, pensé. Me preocupaba sufrir una especie de peritonitis mental. Ya sabes, la apendicitis en fase irreversible culmina cuando el apéndice revienta provocando una intoxicación letal debido a la liberación desmedida y generalizada de bacterias por todo el cuerpo. Eso le pasaría a mi mente.
Al terminar el libro, sentí una especie de devenir melancólico, de una falta de sentido, de ese sentido que nos han dicho desde morros que hemos de buscar, porque —también dicen— que ése es “el sentido” y no puede ser otro. Discurres por una claridad radical,  asumes el absurdo constante que termina siendo nuestra pseudorealidad. Ineludible el sentimiento de impotencia frente a lo real. Camille logra desentrañar la complejidad del acontecer de la contracultura, con un estilo genuinamente original y crítico, unas veces con lupa, la mayoría con escalpelo en mano; lleva a cabo un feroz escrutinio de los movimientos contraculturales de las últimas décadas. No disimula su descontento, su hartazgo, su enfado, su indignación.
Si bien en absoluto es un texto teórico, su narrativa está firmemente cimentada, pues a cada momento, De Toledo no sólo se hace acompañar de una inmensa referencia bibliográfica, sino de su propia experiencia de facto, de su pensar, su sentir, su vivenciar desde, de, ante lo que va irrumpiendo en su transitar en esta -nuestra- historia contemporánea. Y lo hace mostrándote y labrando camino para, en la medida de tus posibilidades, o sea hasta donde, permítaseme el oximorón, mi “vasta ignorancia” me lo permitió; vislumbré esa dimensión del “sentido de lo real  y el sentido de lo posible.”
El sentido de lo real y de lo posible. Es decir, si bien mirar tan   de   cerca   lo   real   no   te   deja  menos   que   en   la desesperanza; irónica y paradójicamente, es esa circunstancia, ese acceso al sentido de lo real, este “mirar lo real” (ver con claridad la podredumbre, lo miserable, lo más negro de la existencia humana), lo que funge también como luz, en el sentido de que alumbra, devela, muestra, asimismo, el sentido de la posibilidad. ¿Posibilidad de qué? De construir cuantas TAZ* (Zona temporalmente autónoma) nos dé “Lo Real” para imaginar, proponer y realizar.
De ahí, de dicha paradoja, acuña el término romántico con los ojos abiertos”. En palabras de Camille: “…los románticos con los ojos abiertos son seres de lo posible. Esa es la característica que distingue sus deseos de los del pasado. En vez de afirmar, dudan. En vez de concluir, exploran. En vez  de  cerrar, abren.  En vez de  excluir, abrazan.   Queremos  descubrir  lo indefinido, y la afirmación del derecho a este querer constituye el punto en común de la trans-resistencia. La dialéctica que construye es indeterminada. Tiende más a provocar lo real que a remplazarlo“. (De Toledo 2002)

He empezado por el final, ya me han llamado —y con razón— spolier cuando accidentalmente cuento la trama de una película; espero no lo sea en el caso del genial ensayo de Camille de Toledo. Nuestro autor, incluso realiza una especie de cuadro sinóptico hacia el final del libro, donde describe de forma sintetizada de lo que trata el texto. Dicha síntesis, me parece te puede servir como esquema-guía para darle esqueleto a tu lectura. La verdad me hubiera gustado haber hojeado el libro previamente y encontrarlo no ya al concluirlo, de cualquier modo me ilustró, a posteriori, lo que venía leyendo. Tú decides si lo prefieres checar al inicio o al final. No importa. No hay pierde.

Siguiendo dicho esquema del autor, el libro desarrolla lo que éste llama las “3 edades de la rebelión” las cuales producen diversas experiencias. En el caso de la primera, la “Edad del encierro” el hombre que se sofoca” transita hacia la estética de la resignación y/o a la risa cínica y al dandismo de masas. Hacia la segunda, “La Edad del nuevo dominio” lo que engendra es la estética de la licuefacción y/o la scheeze, así como la traición de la carne. Finalmente “La Edad de la nueva encarnación” da a luz la estética de lo invisible y/o el romanticismo con los ojos abiertos.

Asumo que en el párrafo anterior hablo como en “clave”, de ahí que supongo te preguntarás qué es eso del hombre que se sofoca, la estética de la licuefacción, el dandismo de masas, etc. Pero créeme que esta vez lo hago con toda la intención,  ya que es trascendental que todos estos términos los descubras por ti mismo; nuestro escritor Lyones los construye, desarrolla y explica magistralmente. Sólo te digo que ese hombre que se sofoca eres tú, yo, nosotros. “Un hombre está de pie, inmóvil. Se sofoca. A su alrededor los muros son transparentes como el agua. No los percibe…vive un tanto a su pesar en la Nueva Arquitectura del Mundo Unido cuyos principios conoce, Todo está dentro, ya nada está fuera. Queda abolido el alejamiento, el capitalismo es el único régimen auténtico revolucionario, la absorción es una e indivisible. …Ha olvidado el origen de estos principios. Ignora quién los decidió. Recuerda que la Nueva Arquitectura del Mundo Unido comenzó cuando el capital terminó por digerir los márgenes contestatarios. Durante mucho tiempo, buscó una salida. Fue contestatario, luego situacionista, trotskista…el punk y la heroína le devolvieron un poco de esperanza. Quiso suicidarse. Finalmente cedió a la resignación. …Además, se decía el hombre que se sofoca, puesto que el capital lo absorbe todo, incluso sus críticas más violentas  ¿de qué sirve obstinarse? La indignación, la resistencia, la protesta, el desvío, la revuelta, la insurrección, pertenecen al pasado.” (De Toledo 2002) Así es como comienza el ensayo. No como acaba. Recuerda que comencé por el final.

Este autor francés te deja un montón de tarea, las vastas referencias bibliográficas son incitadoras. Me ha costado un tremendo esfuerzo elegir lo aquí referenciado. En la narrativa de Camille de Toledo, las ideas principales pululan, se aglutinan y condensan a lo largo de todo el texto. Cada frase, cada idea, cada análisis, cada postura, todas son dignas de comentarse, discutirse y dialectizarse.

* TAZ (Temporary Autonomous Zone) Concepto erigido por Hakim Bey que Camille de Toledo señala: “…su sonoridad irradiaría las escenas de nuestra adolescencia: de los raves a los eco-guerrilleros, de Australia a Inglaterra. Bey decía que la TAZ era lo contrario de un dogma político. Un concepto elusivo… Bey lo describía como una insurrección que no atentaba directamente contra el Estado, una operación de guerrilla que libera una zona y se disuelve antes de que el Estado la arrase para reconfirgurarse en otro tiempo u otro espacio.” Pg.162

martes, 26 de enero de 2016

 Solidaridad...venceremos? qué venceremos?


Se exige solidaridad al amigo, a la familia, a la pareja, a la sociedad, al gobierno, con lo cual pareciera que lo que se le demanda al o la susodicha en cuestión consiste en que aquél o aquellos se adhieran incondicionalmente a causas o intereses del solicitante, especialmente en aquellas situaciones que a éste le resultan difíciles de resolver de forma individual. Asimismo el solidario es aquel que muestra un sentimiento de compenetración con el otro, gracias al compartir metas u objetivos en común. 

Finalmente al solicitar solidaridad del otro lo que se pone en primer plano es la fortaleza, o no, del lazo social que les vincula. Sin embargo, tenemos un inolvidable ejemplo hacia finales de los 90´s donde la “solidaridad” fue la más perfecta patraña en el sexenio de Salinas. Entonces, también en nombre de la solidaridad se han tramado siniestras argucias, exigencias que rebasan lo absurdo. ¿Cómo es esto posible?  ¿son dos las posibles formas que adopta la solidaridad, una pone en relieve las virtudes más loables del ser humano y, en la otra lo que queda visible con toda nitidez es lo más nefasto de éste?

La solidaridad, por tratarse de un sentimiento que acerca a dos hasta lo más íntimo de sus existencias posibilita grandes alianzas, alianzas que van desde el caso de los dos hermanos que se solidarizan ante la tiranía paterna; de los amigos que ante las injusticias sociales se solidarizan con aquellos que resultan afectados; de los empleados que ante la tiranía del discurso mercantilista de la vida, solidarizándose, se organizan y alzan la voz; de los gobiernos que ante la catástrofe del vecino se solidarizan enviando compatriotas al lugar del desastre; de las sociedad toda que se solidariza consigo misma, haciendo de este mundo un mundo donde quepan varios mundos, como diría el Subcomandante Marcos.

No obstante, los hay quienes también en nombre de la solidaridad no hacen sino exterminar, abusar y/o imponer determinados cánones, he ahí los casos donde la solidaridad pareciera pervertirse, pues las razones que la sostienen ya no son las de “acercar”, dicho de otro modo, las de procurar la “intimidad” entre dos o más seres, sino por paradójico que parezca, no son otra cosa que una mera ansia de poder. Christlieb señala que el Poder es esa especie de facultad que no consiste precisamente en poder hacer lo que se desea sino en no permitir que el otro lo haga. Foucault resalta como los vínculos sociales adoptan las formas del poder o, mejor dicho, ¿será que el poder adopta las formas de las interacciones sociales?

La intimidad como aquello que estrecha la distancia entre dos reduciéndola a casi nula, según la teoría de la dinámica grupal, es un rasgo característico del grupo que está cohesionado, es decir, que en el sentido más elemental ésta es la que posibilita la existencia del mismo. Dicha intimidad, como se ha dicho, se logra por una especie de “solidaridad” entre sus miembros, pero ¿qué sucede cuando ésta solidaridad adopta la forma del poder? Es decir, ¿qué sucede cuando el vínculo social se vuelve un campo de batalla, donde las fuerzas que lo constituyen no cesan?

Todo lo erosiona el tiempo; absolutamente todo. En el caso del lazo social, existen dos formas por las que éste se desgasta, una es ineludible, se trata de aquella que tiene que ver con la existencia misma, es decir, con el tiempo; el transcurrir inexorable del tiempo. Sin embargo, esa corrosión, llamémosle “temporal”, del lazo no forzosamente lo desintegra, por el contrario, existe la posibilidad de que éste se reinvente, se reconstruya y así sucesivamente, éste es el caso de la mayoría de los hermanos, los amigos, los hijos y sus padres, los padres y sus hijos, los amantes, las sociedades y las naciones que siguen vivas con el paso de los años. ¿Cómo se logra? Porque se han solidarizado unos con otros, porque se saben y se sienten como aliados frente a las vicisitudes de la existencia misma.En cambio, cuando el poder ha usurpado o enmohecido a la solidaridad que se profesan los implicados, el vínculo no se desgasta por la inexorabilidad del tiempo, sino por asuntos meramente humanos, pues pareciera que, muy a pesar de la postura de aquellos optimistas que no ceden y construyen desmedidos cuentos con el fin exclusivo de negar la existencia de un dote de agresividad y tendencia a la violencia y sufrimiento a la que obedece la configuración humana, ésta simplemente lo constituye: la gana aniquiladora le constituye hasta el tuétano. Y es ello lo que también comanda la existencia misma del vínculo, en las ocasiones más desafortunadas, lo hace casi de modo autónomo y exclusivo, es ahí cuando la solidaridad vocifera sus retorcidas exigencias.

Esta retorcida solidaridad es la encarnación concreta de los demonios más perversos y ancestrales de la existencia humana, pues lo único que en realidad los comanda es esa primordial y fundamental gana de destrucción, de sometimiento, y de ansia de infringir y experimentar dolor. Por citar el caso concreto del grupo de dos, o sea la pareja, cada que uno de sus miembros, en nombre de la solidaridad, le exige al otro se transforme en otro ser en nombre del amor; cada que se le condiciona en nombre de la lealtad; cada que se le limita o coarta su libertad en nombre del respeto o la fidelidad; cada que se le exige exclusividad en nombre de la propiedad, estamos en presencia de esa retorcida solidaridad.

La solidaridad habita la dimensión de la libertad; sólo ahí puede surgir ese vínculo sólido e invencible que se teje gracias a la solidaridad que, a diferencia del condicionar autorreferenciado, consiste precisamente en ejercer una fuerza tal que le permita al otro hacer lo que desea, ya que es sabido que éste último por sí mismo, en ocasiones es incapaz de hacerlo y ello no necesariamente significa que dicho sujeto tenga un problema sino que se trata de un hecho real, nos guste o no, los seres humanos muy lejos estamos de la omnipotencia y más aún, es innegable que solos, como individuos aislados, no llegamos muy lejos, la solidaridad, en este sentido, es indispensable porque simplemente hay cosas en esta vida que sólo se resuelven de a o dos o más.