Tratar de imaginar un mundo en el que aquellos
que viven a una cierta distancia de las normas
de género, que viven en la confusión del género,
pudieran sin embargo, concebirse a sí mismos
no sólo como seres que viven en existencias habitables,
sino como seres merecedores de
cierto tipo de reconocimiento.
que viven a una cierta distancia de las normas
de género, que viven en la confusión del género,
pudieran sin embargo, concebirse a sí mismos
no sólo como seres que viven en existencias habitables,
sino como seres merecedores de
cierto tipo de reconocimiento.
Judith Butler 2006
Hace apenas unos años, calculo mediados del 2010, me
encontraba con mi Madre comprando los productos naturales que ha vendido desde
hace ya 10 años. Mientras hacíamos fila en la caja, llegó su amiga, vale la
pena señalar, una mujer sumamente católica, a quien a partir de ahora
llamaremos Sra. E. quien con actitud certera y terminante, solicitaba a todos los que
nos encontrábamos en ese momento en la Bodega, firmáramos el documento que
llevaba consigo. En dicho papel se pretendía recolectar firmas para que, cito
textual las palabras de la Sra. E. –No permitiéramos que ¡Esos violadores (los
homosexuales) obtengan el derecho a adoptar a pobres criaturas inocentes!
Cuando de antemano se sabe, no existe menor posibilidad de
derecho y apertura para réplica, intentarlo además de inútil, resulta una
necedad sumamente desgastante, así que lo más inteligente que puedes hacer, -dicen-, es guardar la compostura(hacer de tripas corazón) y seguir tu camino. Cosa que por tanto hice, al instante mismo en
que al rehusarme a plasmar la anhelada firma, la Sra. E. me contestaba lo
siguiente: -No puedo creer que siendo Psicóloga, apoyes a esos violadores
homosexuales. Entonces estás a favor de la Violación. Ya es suficiente con que
se casen entre ellos. No les basta, ahora también quieren tener hijos para
pervertirlos y/o violarlos.
Se que dije que rebatir sería una necedad, por lo que al
menos, por el bien de mis vísceras y conciencia, me permití señalar lo
siguiente: -No estoy, nunca lo he estado y jamás estaré a favor de la
Violación. Así mismo, no creo, que el ser homosexual implique ser violador.
Ideas que firmemente sostengo hoy.
Ahora, pese a que ha pasado tiempo, de hecho creo debí haber
escrito esto en aquel momento, desgraciadamente es evidente que el asunto
continua siendo actual y los lamentables hechos indican que debemos redoblar
esfuerzos en pro de la autentificación, no sólo en el plano jurídico sino social,
de los Derechos del hombre y la mujer, independientemente de sus prácticas
sexuales.
Apenas ayer me enteraba de una acalorada plática que
sostuvieron unos adultos jovenes (de entre 30 y 35 años), 2 de ellos casados,
una pareja y un soltero(todos heterosexuales por supuesto). De igual modo, no
se oponían al Matrimonio entre personas del mismo sexo, no obstante enumeraban,
como la Sra. E. lo hizo hace 3 años, inequívoca y contundentemente las razones
de por qué los homosexuales no deben adoptar hijos.
Siendo así, he de plantear la primer pregunta ¿Cómo podemos
adjudicarnos el derecho, nublados por nuestros propios y singulares criterios y
morales arcaicas, rancias y diminutas, a especular y decidir, por
tanto legitimar el deseo del "otro" a ser Padre o Madre (un sujeto, sea trans,
homo, bi, heterosexual), ese "otro" que no conocemos en absoluto? Si, al menos,
pudiéramos cuestionarnos, así simple y llanamente, ¿A mí, de que forma me daña,
en la realidad concreta donde, exactamente cómo es que me perjudica, o
interfiere en mi vida cotidiana, cómo es que coarta mi libertad o vulnera mi
autonomía, simplemente por qué habría de incumbirme el que una pareja
homosexual desee vivir la experiencia de la Mater-Paternidad? Créanme, NO
existe argumento sostenible bajo una ética de respeto y libertad de elección,
supuestos básicos para el funcionamiento armónico y la cohesión de nuestra
sociedad.
Es curioso, mientras que la Sra E. supone que mi trabajo (como Psicóloga), consiste en construir, delimitar e imponer las Normas del “Deber
Ser”. Y la sociedad en general se regocija usurpando el trono, en este caso,
con respecto a la legitimación de las prácticas sexuales y el deseo de crianza
de la sociedad queretana, me decido a explayar aquello que, por “mesura”, no aclaré,
pero sobre todo callé. De hecho, ahora me es inexcusable no desenmarañar semejante
confusión, ya que no sólo es la Sra E. la que malinterpreta el quehacer de la
psicología, incluso me atrevo a señalar que son los mismos psicólogos quienes,
conciente o inconscientemente, proceden en su praxis cotidiana bajo estandartes
morales.
Bien, ¿para qué estamos los Psicólogos, si no para participar y abonar en la lucha del
reconocimiento de las otredades, unirnos en tanto habitados por la diferencia,
para velar por la felxibilización de la Norma?
El 17 de Mayo tuve oportunidad de escuchar, en el marco del
día internacional contra la Homotranslesbifobia, a la Dra. Leticia Bonifaz
Alfonso, consejera jurídica y de servicios legales del Distrito Federal en
conferencia, quien señalaba que la discusión de la Adopción por parte de los
grupos homosexuales debe plantearse en los 3 sistemas: político, social y
jurídico, sobre el eje de la “Libre Elección” y no de preconcepciones
culturales y/o morales. Dicho de otro modo, lo que está en juego ante la
disyuntiva entre otorgarle o no el derecho a vivir la pater-maternidad a una
pareja, es el Deseo de ser Padre o Madre, entendiendo éste, como un llamado genuino,
por tanto impostergable; no sus prácticas y preferencias sexuales.
Me pregunto, apelando a la pura lógica: ¿El que este grupo
minoritario esté dispuesto a pagar no sólo con la exclusión/marginación sino
incluso con la propia vida, las consecuencias de luchar por éste Deseo-derecho,
éste acto no daría ya en sí mismo, cuenta del genuino anhelo que le habita de
vivir la experiencia de ser padre o madre? Inspiraré ternura, pero no puedo
dejar de fantasear un mundo, psicosocialmente hablando, en el que no fuera
asunto público sino privado y bajo otros criterios más éticos donde se pudiera plantear la reflexión y así tomar dicha decisión sin
necesidad de que un engendro con Poder y añeja moralidad legitime ese deseo.
Ahora bien, como es de esperarse, cualquiera podría rebatir
que no se puede explorar el tema del derecho a la adopción de los Homosexuales
y las Lesbianas, exclusivamente bajo la lente de la lógica racional, y la
privacidad, ya que se trata de un fenómeno psicosocial que merece ser analizado
como tal. Es decir, debe considerarse en contexto, y ¿qué es ese contexto si
no, un cúmulo de discursos abstractos, impersonales, a veces bien
materializados en los hechos y las conductas humanas que aprueban o reprueban,
según sea la época pues se reconstruyen de continuo, una forma determinada de
proceder, pensar, sentir y ser? Siendo así, si pretendemos discurrir por las
encrucijadas de los Derechos Humanos, forzosamente ello nos lleva a pensar en
las Normas Morales, es decir, en ese conjunto de leyes o reglas, socialmente
supuestos, establecidos, compartidos y reconocidos por una mayoría de
individuos que por tanto orientan, dirigen y restringen su conducta.
Dichas Normas, se reconozca o no, por ejemplo en lo que
respecta a lo jurídico(Poder de legitimación) así como en su dimensión Social(Moral), en tanto hacedores de leyes, no
sólo marginan y propician las peores catástrofes humanas, sino también
cohesionan y recrean el sentido identitario de la diversidad de grupos
sociales. Esta paradoja, Freud ya la trabajaba en el Malestar en la Cultura y
Judith Butller lo analiza insuperablemente en el capítulo “La Cuestión de la
Transformación Social” del libro Deshacer el Género.
Me permitiré citar textual y ampliamente a Butler “La normatividad
tiene un doble sentido. Por una parte se refiere a las aspiraciones que nos
guían, los preceptos por los cuales estamos obligados a actuar o hablar el uno
al otro, las presuposiciones que se manifiestan habitualmente mediante las
cuales nos orientamos y que orientan nuestras acciones. Por otra parte la
normatividad se refiere al proceso de normalización, a la forma en que ciertas
normas, ideas e ideales dominan la vida incorporada (embodied) y proporcionan
los criterios coercitivos que definen a los hombres y a las mujeres
normales….La normalización y la normatividad están relacionadas…en este sentido
vemos “la Norma” como aquello que nos ata, pero también vemos cómo “la Norma”
únicamente crea la unidad a través de una estrategia de exclusión…Quisiera
empezar preguntándome acerca del tipo de normas que rigen el género, en
concreto cómo constriñen y posibilitan la vida, cómo designan por adelantado lo
que será o no una existencia habitable.
Es decir, la propuesta para pensar la cuestión de la
adopción, debería asentarse y centrarse en otros factores que, a mi parecer,
esos sí son sustanciales, como lo sería analizar fehacientemente si esa pareja
cuenta con los insumos psíquicos(motivación, deseo, personalidad), materiales,
económicos, elementales que se requieren para lograr, en la medida de lo
posible, ejercer la autoridad, amar, educar, formar y procurar a ese ser que ha
elegido cobijar y proteger como hij@.
Finalmente, me permitiré enumerar y refutar los principales,
según he escuchado en diversos escenarios, son los “más sólidos argumentos”
para rechazar tajantemente el derecho a la adopción de las parejas gays.
Primer PseudoArgumento:
“Los Homosexuales son hiper libertinos, tienen relaciones
sexuales todos con todos, ¿qué ejemplo de estabilidad podrían brindarles a esas
inocentes criaturas del señor?”
Si bien la constitución de la Identidad obedece a un asunto
de Identificación, ello no significa, en absoluto, que el sujeto que construye
su propia identidad lo haga de modo meramente mecánico y/o pasivo, pues en este
complejo proceso de formación de personalidad intervienen de modo dinámico,
azaroso y accidentado múltiples factores y elementos. Así mismo me parece, concebir
las prácticas sexuales de los padres como factor desencadenante de estabilidad
o no, da por hecho que el ser humano es estable, estado y no devenir constante.
No hay mayor falacia que ésta.
Segundo PseudoArgumento:
“Los Homosexuales son tan degenerados y depravados que desean
adoptar hijos para violarlos y ultrajarlos.
Para empezar, si apeláramos a semejante lógica, podríamos
señalar que un alto porcentaje de casos de violación son llevados a cabo por
padres, tutores, tíos y en general familiares y/o conocidos cercanos de la
víctima, donde la orientación sexual regularmente es hetero. Así mismo, tampoco puedo dejar de mencionar los altos índices de pederastia impune,
constante y sonante de los clérigos. Pero vayamos aún más allá, olvidando ésta
retrógrada lógica y pensemos ¿Cómo es que la condición o etiqueta “Homo” se
traduciría en un anhelo de violación?
Créanme, me he detenido varios minutos a pensar una compleja respuesta ante esta cuestión, y saben qué, no la hay, simplemente es imposible, incluso sostener la pregunta. En el trastocamiento del otro, en el caso concreto del fenómeno de la violación se entrelazan elementos psicosociales como el ejercicio de poder, control, sometimiento, violencia, machismo, etc. con elementos contextuales, culturales y psicológicos singularmente diversos donde la crueldad aparece en escena de forma cada vez más nítida e impune. Elementos que tienen absolutamente ninguna relación con la prefrencia u orientación sexual
Créanme, me he detenido varios minutos a pensar una compleja respuesta ante esta cuestión, y saben qué, no la hay, simplemente es imposible, incluso sostener la pregunta. En el trastocamiento del otro, en el caso concreto del fenómeno de la violación se entrelazan elementos psicosociales como el ejercicio de poder, control, sometimiento, violencia, machismo, etc. con elementos contextuales, culturales y psicológicos singularmente diversos donde la crueldad aparece en escena de forma cada vez más nítida e impune. Elementos que tienen absolutamente ninguna relación con la prefrencia u orientación sexual
Tercer PseudoArgumento
“No es sólo asunto de 2, la pareja homosexual vive en una
sociedad, y el hij@ , inevitablemente será sujeto de burla y agresión constante
por parte de sus compañeros en la escuela y sociedad en general.”
Me parece que dicho prejuicio se diluye mediante un sinfín de
argumentos, no obstante, por el momento retomaré sólo 2: La capacidad de los
padres para lograr criar un hijo capaz de defenderse ante las dificultades de
la vida, en concreto, de las burlas por parte de sus pares. Y, por otro lado, no
sólo confiar en la espontánea capacidad de apertura y por tanto de habituación
de la sociedad frente a las nuevas formas de configuración familiar, sino
participando en la difusión, esclarecimiento y reivindicación del deseo
pater-maternidad de la pareja Gay.
En el primer caso, recuerdo claramente a la sexóloga y
activista Lluvia Contreras, quien en una Conferencia analizaba precisamente éste
prejuicio y narraba una anécdota de un caso real: Al ser agredido por un
vecinito, un niño se defendió de la siguiente manera: El Vecino lanzó el
comentario burlón – ¡Tu papá se viste de Mujer lero lero! El niño hijo de una
familia pluridiversa contestó – ¡Y se ve mucho más guapa que tu madre!. Dadas
las condiciones socioculturales de la época, me parece urgente dejar de una vez
por todas esas prácticas de crianza basadas en la subestimación, pues lejos de
fortalecer la capacidad de defensa del hij@, merman e imposibilitan la
construcción de insumos psíquicos necesarios en todo ser humano para salir
avante ante las vicisitudes de la vida. De igual modo ese niñ@ será sujeto de
burla, pese a todos los esfuerzos que hagan los padres por evitarlo, y no hallo
diferencia abismal entre una y otra; por tener unos padres homosexuales, o por ser flaco, gordo, chaparro, cuatro ojos,
nerd, etc. etc. etc.
En lo que se refiere al segundo contra argumento, no me queda
más que señalar precisamente éste texto, como ese intento, espero no fallido,
por lograr sensibilizar y formular cuestionamientos al menos. Ya en
el mejor de los casos analizar y reconstruir, los discursos que repetimos, en
gran mayoría de ocasiones, sin pensar los alcances, en términos de marginación
y exclusión, que conllevan. Por lo tanto, si rolas y cotorreas; al menos pones
en la mesa de discusión éste tipo de reflexiones, creo que poco a poco iremos
logrando conformar una sociedad más est-ética. Una sociedad de respeto e
inclusión entre las otredades, puesto que finalmente, todos nos encontramos
habitados por la diferencia.
Y como no encuentro mejor forma de cerrar, me doy el lujo de
parafrasear a Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut: permitámonos convocar
revoluciones minúsculas, lo cual no exige confundir lo que nos apasiona con la
realidad sino entender existen tantas realidades como subjetividades,
extraviémonos en la búsqueda de perplejidades y no querramos acumular saberes.
No erijamos un nuevo orden-norma de las cosas, turbemos “El orden” que ya se ha
establecido y rigidizado.