martes, 25 de junio de 2013

Deseo de Crianza...¿Deseo de Violar?


Tratar de imaginar un mundo en el que aquellos
que viven a una cierta distancia de las normas
de género, que viven en la confusión del género,
pudieran sin embargo, concebirse a sí mismos
no sólo como seres que viven en existencias habitables,
sino como seres merecedores de
cierto tipo de reconocimiento.
Judith Butler 2006
 
Hace apenas unos años, calculo mediados del 2010, me encontraba con mi Madre comprando los productos naturales que ha vendido desde hace ya 10 años. Mientras hacíamos fila en la caja, llegó su amiga, vale la pena señalar, una mujer sumamente católica, a quien a partir de ahora llamaremos Sra. E. quien con actitud certera y terminante, solicitaba a todos los que nos encontrábamos en ese momento en la Bodega, firmáramos el documento que llevaba consigo. En dicho papel se pretendía recolectar firmas para que, cito textual las palabras de la Sra. E. –No permitiéramos que ¡Esos violadores (los homosexuales) obtengan el derecho a adoptar a pobres criaturas inocentes!

Cuando de antemano se sabe, no existe menor posibilidad de derecho y apertura para réplica, intentarlo además de inútil, resulta una necedad sumamente desgastante, así que lo más inteligente que puedes hacer, -dicen-, es guardar la compostura(hacer de tripas corazón) y seguir tu camino.  Cosa que por tanto hice, al instante mismo en que al rehusarme a plasmar la anhelada firma, la Sra. E. me contestaba lo siguiente: -No puedo creer que siendo Psicóloga, apoyes a esos violadores homosexuales. Entonces estás a favor de la Violación. Ya es suficiente con que se casen entre ellos. No les basta, ahora también quieren tener hijos para pervertirlos y/o violarlos.

Se que dije que rebatir sería una necedad, por lo que al menos, por el bien de mis vísceras y conciencia, me permití señalar lo siguiente: -No estoy, nunca lo he estado y jamás estaré a favor de la Violación. Así mismo, no creo, que el ser homosexual implique ser violador. Ideas que firmemente sostengo hoy.

Ahora, pese a que ha pasado tiempo, de hecho creo debí haber escrito esto en aquel momento, desgraciadamente es evidente que el asunto continua siendo actual y los lamentables hechos indican que debemos redoblar esfuerzos en pro de la autentificación, no sólo en el plano jurídico sino social, de los Derechos del hombre y la mujer, independientemente de sus prácticas sexuales.
 

Apenas ayer me enteraba de una acalorada plática que sostuvieron unos adultos jovenes (de entre 30 y 35 años), 2 de ellos casados, una pareja y un soltero(todos heterosexuales por supuesto). De igual modo, no se oponían al Matrimonio entre personas del mismo sexo, no obstante enumeraban, como la Sra. E. lo hizo hace 3 años, inequívoca y contundentemente las razones de por qué los homosexuales no deben adoptar hijos.

Siendo así, he de plantear la primer pregunta ¿Cómo podemos adjudicarnos el derecho, nublados por nuestros propios y singulares criterios y morales arcaicas, rancias y diminutas, a especular y decidir, por tanto legitimar el deseo del "otro" a ser Padre o Madre (un sujeto, sea trans, homo, bi, heterosexual), ese "otro" que no conocemos en absoluto? Si, al menos, pudiéramos cuestionarnos, así simple y llanamente, ¿A mí, de que forma me daña, en la realidad concreta donde, exactamente cómo es que me perjudica, o interfiere en mi vida cotidiana, cómo es que coarta mi libertad o vulnera mi autonomía, simplemente por qué habría de incumbirme el que una pareja homosexual desee vivir la experiencia de la Mater-Paternidad? Créanme, NO existe argumento sostenible bajo una ética de respeto y libertad de elección, supuestos básicos para el funcionamiento armónico y la cohesión de nuestra sociedad.

Es curioso, mientras que la Sra E. supone que mi trabajo (como Psicóloga), consiste en construir, delimitar e imponer las Normas del “Deber Ser”. Y la sociedad en general se regocija usurpando el trono, en este caso, con respecto a la legitimación de las prácticas sexuales y el deseo de crianza de la sociedad queretana, me decido a explayar aquello que, por “mesura”, no aclaré, pero sobre todo callé. De hecho, ahora me es inexcusable no desenmarañar semejante confusión, ya que no sólo es la Sra E. la que malinterpreta el quehacer de la psicología, incluso me atrevo a señalar que son los mismos psicólogos quienes, conciente o inconscientemente, proceden en su praxis cotidiana bajo estandartes morales. 

Bien, ¿para qué estamos los Psicólogos, si  no para participar y abonar en la lucha del reconocimiento de las otredades, unirnos en tanto habitados por la diferencia, para velar por la felxibilización de la Norma?

El 17 de Mayo tuve oportunidad de escuchar, en el marco del día internacional contra la Homotranslesbifobia, a la Dra. Leticia Bonifaz Alfonso, consejera jurídica y de servicios legales del Distrito Federal en conferencia, quien señalaba que la discusión de la Adopción por parte de los grupos homosexuales debe plantearse en los 3 sistemas: político, social y jurídico, sobre el eje de la “Libre Elección” y no de preconcepciones culturales y/o morales. Dicho de otro modo, lo que está en juego ante la disyuntiva entre otorgarle o no el derecho a vivir la pater-maternidad a una pareja, es el Deseo de ser Padre o Madre, entendiendo éste, como un llamado genuino, por tanto impostergable; no sus prácticas y preferencias sexuales.

Me pregunto, apelando a la pura lógica: ¿El que este grupo minoritario esté dispuesto a pagar no sólo con la exclusión/marginación sino incluso con la propia vida, las consecuencias de luchar por éste Deseo-derecho, éste acto no daría ya en sí mismo, cuenta del genuino anhelo que le habita de vivir la experiencia de ser padre o madre? Inspiraré ternura, pero no puedo dejar de fantasear un mundo, psicosocialmente hablando, en el que no fuera asunto público sino privado y bajo otros criterios más éticos donde se pudiera plantear la reflexión y así tomar dicha decisión sin necesidad de que un engendro con Poder y añeja moralidad legitime ese deseo.

Ahora bien, como es de esperarse, cualquiera podría rebatir que no se puede explorar el tema del derecho a la adopción de los Homosexuales y las Lesbianas, exclusivamente bajo la lente de la lógica racional, y la privacidad, ya que se trata de un fenómeno psicosocial que merece ser analizado como tal. Es decir, debe considerarse en contexto, y ¿qué es ese contexto si no, un cúmulo de discursos abstractos, impersonales, a veces bien materializados en los hechos y las conductas humanas que aprueban o reprueban, según sea la época pues se reconstruyen de continuo, una forma determinada de proceder, pensar, sentir y ser? Siendo así, si pretendemos discurrir por las encrucijadas de los Derechos Humanos, forzosamente ello nos lleva a pensar en las Normas Morales, es decir, en ese conjunto de leyes o reglas, socialmente supuestos, establecidos, compartidos y reconocidos por una mayoría de individuos que por tanto orientan, dirigen y restringen su conducta.

Dichas Normas, se reconozca o no, por ejemplo en lo que respecta a lo jurídico(Poder de legitimación) así como en su dimensión  Social(Moral), en tanto hacedores de leyes, no sólo marginan y propician las peores catástrofes humanas, sino también cohesionan y recrean el sentido identitario de la diversidad de grupos sociales. Esta paradoja, Freud ya la trabajaba en el Malestar en la Cultura y Judith Butller lo analiza insuperablemente en el capítulo “La Cuestión de la Transformación Social” del libro Deshacer el Género. 

Me permitiré citar textual y ampliamente a Butler “La normatividad tiene un doble sentido. Por una parte se refiere a las aspiraciones que nos guían, los preceptos por los cuales estamos obligados a actuar o hablar el uno al otro, las presuposiciones que se manifiestan habitualmente mediante las cuales nos orientamos y que orientan nuestras acciones. Por otra parte la normatividad se refiere al proceso de normalización, a la forma en que ciertas normas, ideas e ideales dominan la vida incorporada (embodied) y proporcionan los criterios coercitivos que definen a los hombres y a las mujeres normales….La normalización y la normatividad están relacionadas…en este sentido vemos “la Norma” como aquello que nos ata, pero también vemos cómo “la Norma” únicamente crea la unidad a través de una estrategia de exclusión…Quisiera empezar preguntándome acerca del tipo de normas que rigen el género, en concreto cómo constriñen y posibilitan la vida, cómo designan por adelantado lo que será o no una existencia habitable. 

Es decir, la propuesta para pensar la cuestión de la adopción, debería asentarse y centrarse en otros factores que, a mi parecer, esos sí son sustanciales, como lo sería analizar fehacientemente si esa pareja cuenta con los insumos psíquicos(motivación, deseo, personalidad), materiales, económicos, elementales que se requieren para lograr, en la medida de lo posible, ejercer la autoridad, amar, educar, formar y procurar a ese ser que ha elegido cobijar y proteger como hij@.

Finalmente, me permitiré enumerar y refutar los principales, según he escuchado en diversos escenarios, son los “más sólidos argumentos” para rechazar tajantemente el derecho a la adopción de las parejas gays.

Primer PseudoArgumento:

“Los Homosexuales son hiper libertinos, tienen relaciones sexuales todos con todos, ¿qué ejemplo de estabilidad podrían brindarles a esas inocentes criaturas del señor?”

Si bien la constitución de la Identidad obedece a un asunto de Identificación, ello no significa, en absoluto, que el sujeto que construye su propia identidad lo haga de modo meramente mecánico y/o pasivo, pues en este complejo proceso de formación de personalidad intervienen de modo dinámico, azaroso y accidentado múltiples factores y elementos. Así mismo me parece, concebir las prácticas sexuales de los padres como factor desencadenante de estabilidad o no, da por hecho que el ser humano es estable, estado y no devenir constante. No hay mayor falacia que ésta.

Segundo PseudoArgumento:

“Los Homosexuales son tan degenerados y depravados que desean adoptar hijos para violarlos y ultrajarlos.

Para empezar, si apeláramos a semejante lógica, podríamos señalar que un alto porcentaje de casos de violación son llevados a cabo por padres, tutores, tíos y en general familiares y/o conocidos cercanos de la víctima, donde la orientación sexual regularmente es hetero. Así mismo, tampoco puedo dejar de mencionar los altos índices de pederastia impune, constante y sonante de los clérigos. Pero vayamos aún más allá, olvidando ésta retrógrada lógica y pensemos ¿Cómo es que la condición o etiqueta “Homo” se traduciría en un anhelo de violación? 
Créanme, me he detenido varios minutos a pensar una compleja respuesta ante esta cuestión, y saben qué, no la hay, simplemente es imposible, incluso sostener la pregunta. En el trastocamiento del otro, en el caso concreto del fenómeno de la violación se entrelazan elementos psicosociales como el ejercicio de poder, control, sometimiento, violencia, machismo, etc. con elementos contextuales, culturales y psicológicos singularmente diversos donde la crueldad aparece en escena de forma cada vez más nítida e impune. Elementos que tienen absolutamente ninguna relación con la prefrencia u orientación sexual




Tercer PseudoArgumento

“No es sólo asunto de 2, la pareja homosexual vive en una sociedad, y el hij@ , inevitablemente será sujeto de burla y agresión constante por parte de sus compañeros en la escuela y sociedad en general.”

Me parece que dicho prejuicio se diluye mediante un sinfín de argumentos, no obstante, por el momento retomaré sólo 2: La capacidad de los padres para lograr criar un hijo capaz de defenderse ante las dificultades de la vida, en concreto, de las burlas por parte de sus pares. Y, por otro lado, no sólo confiar en la espontánea capacidad de apertura y por tanto de habituación de la sociedad frente a las nuevas formas de configuración familiar, sino participando en la difusión, esclarecimiento y reivindicación del deseo pater-maternidad de la pareja Gay.

En el primer caso, recuerdo claramente a la sexóloga y activista Lluvia Contreras, quien en una Conferencia analizaba precisamente éste prejuicio y narraba una anécdota de un caso real: Al ser agredido por un vecinito, un niño se defendió de la siguiente manera: El Vecino lanzó el comentario burlón – ¡Tu papá se viste de Mujer lero lero! El niño hijo de una familia pluridiversa contestó – ¡Y se ve mucho más guapa que tu madre!. Dadas las condiciones socioculturales de la época, me parece urgente dejar de una vez por todas esas prácticas de crianza basadas en la subestimación, pues lejos de fortalecer la capacidad de defensa del hij@, merman e imposibilitan la construcción de insumos psíquicos necesarios en todo ser humano para salir avante ante las vicisitudes de la vida. De igual modo ese niñ@ será sujeto de burla, pese a todos los esfuerzos que hagan los padres por evitarlo, y no hallo diferencia abismal entre una y otra; por tener unos padres homosexuales,  o por ser flaco, gordo, chaparro, cuatro ojos, nerd, etc. etc. etc.

En lo que se refiere al segundo contra argumento, no me queda más que señalar precisamente éste texto, como ese intento, espero no fallido, por lograr sensibilizar y formular cuestionamientos al menos. Ya en el mejor de los casos analizar y reconstruir, los discursos que repetimos, en gran mayoría de ocasiones, sin pensar los alcances, en términos de marginación y exclusión, que conllevan. Por lo tanto, si rolas y cotorreas; al menos pones en la mesa de discusión éste tipo de reflexiones, creo que poco a poco iremos logrando conformar una sociedad más est-ética. Una sociedad de respeto e inclusión entre las otredades, puesto que finalmente, todos nos encontramos habitados por la diferencia.

Y como no encuentro mejor forma de cerrar, me doy el lujo de parafrasear a Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut: permitámonos convocar revoluciones minúsculas, lo cual no exige confundir lo que nos apasiona con la realidad sino entender existen tantas realidades como subjetividades, extraviémonos en la búsqueda de perplejidades y no querramos acumular saberes. No erijamos un nuevo orden-norma de las cosas, turbemos “El orden” que ya se ha establecido y rigidizado.


Nosotros los Nobles, un capítulo más de la Rosa de Guadalupe

Hace algunos días los twitteros propusieron una cruzada nacional contra Televisa. Es fácil, simplemente no prendas la TV o, ya si de plano no puedes contener las ganas, pues como todo vicio, actúa en tí como si fueras un zombie sin voluntad alguna, préndele y ponle al concert channel. Puedes también, para evitar la tentación, salir a caminar a la calle, llamarle a un cuate por teléfono; en el mejor de los casos agárrate de un libro. Ya si de verdad, pese a todo tu esfuerzo y voluntad, no lo logras, que te quede el consuelo que estás a la moda: el suicidio mental es lo de hoy. 

La gravedad del asunto es que Televisa, así como la Coca-Cola, se ha vuelto un sustantivo común, adverbio, adjetivo, pues ya no se trata de “no prender la TV, perderte La Rosa de Guadalupe” y con ello estar a salvo de toda la basura que se te ofrece en los mejores atuendos y con las más refinadas artimañas. El Credo Televisa, se reproduce y mete, cual mugre, hasta el más recóndito de los espacios cotidianos, sean perceptuales, ideológicos o afectivos; porque ya no está ahí, sino en ti.
 
Caso ejemplar de esta capacidad de perenne propagación, es el del imparable triunfo de la película que está en boca de harto mexicano, para redescubrir, que la Telenovela, al más puro estilo televisa llega a la Pantalla Grande  con  la comedia dirigida por Gaz Alazraki  Nosotros los Nobles. Reconociendo que este hallazgo no implica mayor descubrimiento, es importante resaltar la forma en que sucede semejante fenómeno; se coloca como la tercer película mexicana con más espectadores según el Instituto de Cinematografía, ya que, dentro del ranking de éxitos taquilleros cinematográficos, sólo se encuentras por encima de ésta, Una película de Huevos y El Crimen del Padre Amaro
¿Cómo nombrar lo que viene a mi mente después de haber visto este largometraje? Difícil decisión, pues me parecía padecer del mismo mal que analizo, hacer un drama parecido y llamarle una “Auténtica Desgracia” a este “éxito taquillero”, no obstante intenté pensar en otro adjetivo y no logré sacarme “La Desgracia” de la cabeza; así que lo dejo. Se dice que sucede una desgracia cuando ocurre un acontecimiento funesto. O se utiliza como adverbio (desgraciadamente)  ante un hecho lamentable. De igual manera, sirve para nombrar, en tanto verbo (desgraciar) aquello que se ha echado a perder, se ha dañado o estropeado, sea de modo intencional o inintencional.
La trama inicia pintando fútil y lacónicamente la vida de despilfarro e irresponsabilidad de 3 hijos (Barbie, Javi y Charly) de un empresario millonario mexicano. La idea al inicio, si no original, al menos es un buen intento por recrear una comedia. No obstante, no logra germinar y la trama continua en decadencia, cliché tras cliché, mal logrados por cierto. El Padre, obedeciendo al estereotipo más vulgar, es dibujado siempre ausente y desentendido de los hijos, de hecho por casualidad nota los colosales gastos de sus pimpollos, motivo por el cual decide “darles una lección de vida”, de tal modo que cancela tarjetas de crédito, celulares, finge una infranqueable crisis financiera que les obliga a refugiarse en una casa en condiciones deplorables y por tanto, a trabajar por primera vez en sus vidas. 
Y como en toda historia debe aparecer un villano que tensione y anude la situación; eligen que ésta figura sea Peter, he ahí el momento en que la historia, el guión y todo lo demás comienza cínicamente a trazarse cuál telenovela de televisa. Peter es el novio seudo-españolete wannabe con quien Barbie se ha comprometido, éste descubre el montaje ficticio del Padre y pretende chantajear al acaudalado Noble. 
Señalo ese preciso momento como el inicio del irrisorio y patético drama telenovelesco porque el argumento bajo el cual  Peter pretende amenazar a Don Germán Noble, se sostiene y erige en la más típica Moral de la Telenovela Televisa: arcaica y primitiva, aquella que se ancla en una actitud de culto y reverencia al sufrimiento, autosacrificio, de mártir frente a las injusticias de la vida;  el absurdo total. De ahí en adelante todo diálogo y conducta de los personajes, no sólo se torna predecible sino patoso, ya que sitúan a la audiencia del séptimo arte, en el mismo sillón desde el que el telespectador mira la pantalla chica: rasgándose las ropas, restregándose la cara, comentando, sea para sus adentros o con quien se encuentre, que de verdad no puede creer lo que está pasando: el proceder de sus personajes favoritos es inconcebible.  Pese a ello, y he ahí razón por la cual me parece una “lamentable desgracia”, pues se trata de un verdadero éxito taquillero, siguiendo una lógica deductiva, se continua rindiendo culto, y por tanto, venerando aquellos personajes que se mantienen fieles a dicha Moral del Mártir.
Como lo he señalado desde el inicio, el asunto a tratar aquí no consiste en mostrar que llega al cine una Telenovela; la cuestión es: ¿Cómo es que una telenovela en el cine se acoge por la sociedad mexicana de tal modo que se transforme en un rotundo triunfo? En las páginas virtuales, en la radio, en diversos programas se recomienda ampliamente este film, la gente comenta  “Está buenísima, tienes que verla”, “No, no es el cine crudo de siempre, te pasarás un rato bien agradable”, “Me reí un montón”, “Da gusto ver como el cine mexicano logra figurar en el mercado internacional”, etc.
La idea del film es interesante, ¿existen esos personajes en la vida real? Por supuesto que sí, recordemos hace apenas unos días, el incidente de la prepotencia y petulancia de Brendita la hija del procurador Humberto Benítez Treviño (Profeco). De hecho, estoy segura que podría crearse una excelente historia de humor negro, un relato que permitiera pitorrearse del uso y abuso del poder, así como de las vicisitudes que se enfrentan cuando éste se pierde. El mexicano, dicen, para eso se pinta solo. A cambio, al ubicar como hiper-recomendable este film, se invierten las cosas, y pareciera que los que se permiten pitorrearse de la ingenuidad, por no utilizar el otro calificativo, son aquellos de siempre, los que pueden, los que tienen el Poder y Control sobre la raza, la prole (sea wannabe, clasemediera o prole prole). Fernández Christlieb señala que el Poder no sirve para que uno haga lo que quiere sino para que los demás no lo hagan. Una vez más, los poderes fácticos siguen triunfando y en nuestra propia cara se orinan de la risa que les producimos. Jis y Trino atinadamente nos llaman Zombies de Sahuayo.
Es un hecho ineluctable que el Cine, así como la pantalla chica, en tanto excelentes dispositivos de control, figuran en el proceso pedagógico de masas, es decir, si bien lo hacen sigilosa pero apabullantemente,  participan eficazmente del sistema educativo en México; basta checar los datos ensordecedores de cuánto tiempo del día dedica en promedio un mexicano a enchufarse a la TV, concretamente a Televisa y Tv Azteca con sus telenovelas y reality shows. Claro está, no se trata exclusivamente de un asunto de cantidad, pues no es sólo el tiempo que se le dedica a la caja embrutecedora, sea chica o grande, sino a la esencia de las imágenes, historias y formas de pensamiento, afectividad que se proyectan en dichos escenarios. Éstos contribuyen a la reproducción de la estructura de las relaciones de poder y de las relaciones simbólicas entre las clases, Bordieu le llamó Violencia Simbólica. 
Hacia el final, estilo WaltDisney, de la Telenovela-Televisa Nosotros los Nobles, cuando, en el caso concreto de Javi, Barbie y Charly, nos muestran cómo, cual cuento de hadas, logran escarmentar y transformarse en “Hombres y Mujer de bien”, soltar el Poder y la lana para consagrarse a una vida sencilla pero digna. No sólo insultan la condición precaria cognitiva, económica, laboral y social, sino que les proveen del “dulcecito pal berrinche”, y los Zombies que, al fin ingenuos, le apuestan nuevamente a todo, a lo que de antemano está perdido. Inspiran ternura los que siguen creyendo que el sueño se convertirá en realidad: El Ser Humano, finalmente se arrepentirá de ejercer el Poder; sentirá culpa, vergüenza y se reivindicará por el camino del bien. 
Nos debe quedar claro de una vez y por todas que el Poder y el Capitalismo colapsarán debido a la misma estructura podrida que los sostiene, no porque se tienten el corazón las cabezas que lo comandan y poseen.  Asentar la historia de los Nobles, sobre la falacia trillada y quimérica de que quien ejerce el Poder del dinero, puede ser tocado por una renovada, romántica y humana ética, es la ficción más abyecta que nos propina ésta película.
¿Verdadera Desgracia, nos tragamos sin masticar siquiera, la gastada fantasía de que los que ocupan el poder, los políticos, los empresarios millonarios, la escoria, la verdadera plaga de esta sociedad tiene conciencia Moral? Vengan a ver cómo hasta un Padre que caga lana con sus tres juniors puede volver al camino del bien.