Regularmente, se habla
de “Madurez” como si fuera un concepto universal e inofensivo. No obstante,
basta hacer el simple ejercicio de preguntarle a alguien qué quiere decir
exactamente con "Madura/Inmadura" cunado lanza frases, -por otro lado muy
atinadas y definitivamente entendibles-, como: ¡No es/era lo suficientemente
madura! ¡Necesitamos esperar a que madure!, ¡Evidentemente es una inmadura! ¡Por
favor, que ya madure! ¡El objetivo primordial de la vida es Madurar!, etc. para
notar, que irónicamente se trata a su vez de un término versátil y
fundamentalmente feroz y dañino, pues ha
sido perversamente delimitado por la Moral Neoliberal Capitalista.
La Psicología, por
ejemplo, alude, de modo indirecto o
directo, pero constante a la “madurez”. De hecho, se ha convertido
irremediablemente en un factor que determina la sanidad, la estabilidad o la
normalidad psicoafectiva. Poniendo en evidencia, ni más ni menos, cómo ésta
también ha sido coaptada por dicha moral neoliberal capitalista. La cosa es aún
más delicada cuando, en nombre de su expertiz científica, la Psicología se
autoconcede el lugar de Juez y así mismo, coopera y abona a crear más y más
requisitos que satisfagan la voracidad que le caracteriza a dicha moral.
Siendo así, pensemos en el caso de aquellas personas que rondan los 30 años (pocos más o pocos menos), si éstas desean gozar
de tan anhelada y prestigiosa "Certificación Social", deberá cumplir al menos con el 80% de la siguiente interminable lista de cotejo:
Casarse o al menos
lograr tener y mantener una relación estable, ejercer la paternidad o
maternidad, es decir, procrear o adoptar, ya si no un hijo, de perdida una
mascota o, ya en el peor de los casos, una planta, pero hacerse responsable
de un ser vivo otro. Ser productivo e insertarse al mercado laboral, lo que
significa volverse un empresario de sí mismo así como consumir. Vestirse y
comportarse “de acuerdo a su edad”,-lo que sea que eso quiera decir-, muy
probablemente signifique, disfrazarse de mujer u hombre cool, ejecutiva, éxitosa, competitiva, obviamente, con sus
respectivos accesorios que van desde el coche, pasando ineludiblemente por el
cuerpo, hasta los aretes o el reloj. Y una vez, acatada la orden del outfit,
performancearlo en los espacios públicos, por supuesto establecidos de
modo predeterminado, para la gente de “su edad”, aunque, tampoco se sepa bien a
bien que es eso que todos entienden “acorde a su edad”.
Por otro lado, la
imagen de nuestro ideal de Persona Madura se asemeja mucho más a un Rambo Psíquico que a un sujeto sensato
y sereno, ya que si trabaja en la bolsa y se desploma el mercado, se mantiene
cool; que si su rollo es la medicina y se le muere el paciente o es residente y está haciendo su especialidad y por lo tanto trabaja en el IMSS 34 horas
seguidas, se mantiene cool; si es abogado y acaba de hacer la tranza de su
vida, se mantiene cool; si es narcopolítico y acaban de rafaguear a su familia
o éste a unos civiles, se mantiene cool; si es psicólogo y acaba de
estigmatizar, dicho de otro modo, diagnosticar y dopar a sus pacientes, se
mantiene cool. Y finalmente, cuando todos y cada uno de los zombies maduros
frente a la matanza de Ayotzinapa, el caos psicosocial que suscitó Odile en
Baja California y demás terroríficos acontecimientos, nos mantenemos cool.
Ya por último, no
porque la lista se agote sino simplemente por falta de espacio, digamos que
otro de los requisitos indispensables para llevarse la medalla de oro en esto
de la Madurez, consiste en desterrar, todo rastro de diversión o placer ocioso, debido a que las "actividades productivas” no se llevan bien con ese otro tipo de actividades en las que la regla es la lentitud, la despreocupación, la desfachatez, la irreverencia, es decir, en las que la lana y, por lo tanto, la economía, pasan a segundo término. Y si por
error o rebeldía conciente, se le ocurre, dentro de las mismas(actividades productivas), pasarla bien o distraerse en
insulseces, deberá recordar, -como bien lo aprendió con el programa de radio-,
que aprovechar el tiempo, significa no perderlo en actividades meramente
recreativas o contemplativas, o cualquiera que no impliquen una inversión, que
no sean redituables económicamente, pues para eso ya fue niña, adolescente y pronto será vieja, es decir, por un rato ha logrado desmarcarse de esas etapas inutiles e
improductivas y como finalmente volverá a ella, es preciso aproveche el poco
tiempo que le queda.
Hoy por hoy, pareciera
que acreditará el riguroso examen, quien no sólo tome la vida en serio y se
comporte con rigurosa formalidad, lo cual significa, no otra cosa, que
adaptarse sin problema alguno a las demandas implícitas y explícitas de su
sociedad neoliberal, independientemente de que ésta sea un verdadero y rotundo
absurdo. Es curioso que el ideal, en tanto ser maduro, se asemeje mucho más al
Autómata Huxleyano que a un "Homo Complexus" como lo ha señalado Edgar Morin.
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